El perro de los Baskerville
Arthur Conan Doyle
Holmes se recostó en su asiento, unió las yemas de los dedos y cerró los ojos con aire resignado. El doctor Mortimer acercó el documento a la luz y leyó, con voz aguda y a trechos entrecortada, la siguiente narración extraña y remota: «[...] Esta es la historia, hijos míos, de la aparición del perro que ha acosado tan cruelmente a nuestra familia. La he escrito porque aquello que conocemos con claridad nos aterroriza menos que aquello que intuimos o fantaseamos. No cabe negar que muchos miembros de nuestra familia han sufrido muertes desdichadas, unas muertes repentinas, sangrientas y misteriosas...». (De Hugo Baskerville a sus hijos Rodger y John, con la recomendación de que no transmitan nada de su contenido a su hermana Elizabeth.)