Lascaux o El nacimiento del arte

«Si entramos en la cueva de Lascaux, nos atenaza un poderoso sentimiento que no tenemos ante las vitrinas donde están expuestos los primeros restos de los hombres fósiles o sus instrumentos de piedra. Este mismo sentimiento de presencia —de clara y ardiente presencia— es el que nos proporcionan las obras maestras de cualquier época. Aunque no lo parezca, es a la amistad, a la dulzura de la amistad, a donde se dirige la belleza de las obras humanas.