Latin boys go to hell

Jotta es el héroe de este libro de iniciación, de aprendizaje vital en un mundo loco y ajeno. En una irónica visión del complejo ritual del mundo, J., inmigrante y trabajador “sin papeles” en Nuevo Méjico, un alma sencilla e ingenua a pesar de sus perversiones, recorre un viaje de carretera mental abierto a todas las experiencias –descabelladas o hilarantes-; se cruza con un puñado de personajes estrafalarios que dan color y calor a sus peripecias, perfilan su tristeza y su ternura. J. busca su eje vital entre su mente, su polla y su ludopatía imaginativa. Y en este peregrinaje que hace sonreír el alma de forma deliciosamente incorrecta, el follador-follado desvela su vocación filosófica. Se enfrenta a la vida como un contratiempo en una particular bajada a un infierno de tragicomedia, donde se sitúa el paisaje de esta historia, narrada desde otra razón de vivir y donde se reivindican la amistad, el juego, el placer y la dignidad del ser humano. La vida se puede evaporar nublándose por simple condensación o volatilizarse en buen trago o un baño cosquilleante. En la lluvia reside la esperanza. Pero la sensualidad con la que Juan José Padilla nos describe esa física trascendental, nos descubre que la esperanza está reñida con la ansiedad. Los gemidos suaves en demanda de ternura que va profiriendo J. a lo largo del libro se resumen en un sueño de felicidad de un lugar donde poder bailar eternamente. Y siguiendo una vena poética que nunca se eclipsa, se encuentra –junto a un personal humor naïf y desabrochado- ese hermoso beso de los árboles de la calle o esas imágenes del anochecer en el desierto.