El armario fantasma

Ser diferente no es extraño, todos lo somos, lo complicado es aceptarnos sin complejos. Yo lo intenté, pero luchar contra los tabúes sociales, la discriminación y los miedos no es sencillo. El problema es que los clichés no se rompen así como así, y la sociedad tiene muchos. Considera, por ejemplo, que si eres gay debes ser, al mismo tiempo, sensible, cariñoso, divertido, moderno, apasionado de la moda y un estupendo decorador, pero... ¿Qué ocurre cuando no cumples con los requisitos? ¿Cómo luchar contra una sociedad que sólo acepta la homosexualidad si la mantienes oculta? ¿Cómo explicar que se puede ser médico, policía, abogado, arquitecto, bombero, deportista de élite y al mismo tiempo, gay? ¿Qué hacer cuando el miedo puede más que la lógica? Mis parejas me obligaron, por miedo al qué dirán, a construir un armario donde refugiarme, y aunque no quería, lo hice. Lo hice por ellos. Pero una vida, o mejor dicho, una doble vida, no es lo más recomendable para la salud mental de cualquier ser humano porque... ¿Se puede sobrevivir con dignidad siendo una cosa hoy y otra mañana? Mi armario aparecía y desaparecía según las circunstancias. Era algo así como un armario fantasma del que echaba mano cuando el amor o el miedo me lo exigía, pero después de tantos golpes, tantas puñaladas y tanto sufrimiento innecesario, decidí enterrarlo para no utilizarlo jamás.