El naranjo que se murió de tristeza

«El naranjo de la calle del Mediodía tenía muchos años cuando murió, más de los que debería. Pero no murió de viejo, murió de tristeza, y yo fui testigo de aquel cambio del árbol», confiesa Alicia. Mientras, la tata Josefa va a contarle su historia, los lazos que unen su memoria a aquel árbol y a un par de presos de la posguerra. Un camino que Alicia aprovechará para poner también en orden su vida y para tratar de comprender la marcha inesperada de su padre de casa.

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