A lo largo de la Edad Moderna, distintas instituciones buscaron promover la producción y circulación de «buenos libros», utilizando medidas como la concesión de privilegios y licencias o el nombramiento de impresores oficiales. De forma simultánea, las autorida­des se preocuparon por controlar la difusión de la palabra escrita mediante la censura, que ejerció un efecto duradero sobre la cultura, eliminando y transformando los textos y su recepción, así como propiciando la reorientación de la actividad de impresores y libreros. El presente volumen reflexiona sobre la estrecha relación entre las instituciones y la producción y mercado de libros, con un énfasis especial en sus protagonistas (libreros, impresores, inquisidores, lectores ...). A lo largo de los ocho capítulos que conforman la obra, escritos por especialistas de Europa y Latinoamérica, el lector encontrará reflexiones sobre las políticas desplegadas por varias instituciones modernas con una doble finalidad: por un lado, favorecer la producción y circulación de textos; por otro, intervenirlos y controlarlos.