Páginas escogidas (1884-1905)

La violencia, más que la cólera respecto de los que juzgaba, era para Bloy un arranque natural, una manera de abordar la realidad, un aliento que se advierte siempre y que confiere a su estilo el fulgor y la energía que le son propios. La unidad de su obra es de índole religiosa; hay que buscarla en la persecución de lo Absoluto, en la denuncia de las apariencias, que la obra novelística o histórica torna más patente que las “meditaciones” de los años postreros. Tanto en la historia de Napoleón o de Luis XVII, como en los personajes de sus novelas o en sus propios diarios, en los hechos de su propia vida, intenta Bloy dar con el sentido de su destino. A sus ojos, todo es símbolo, afirmación que vale tanto para el místico como para el poeta. Sabía sobradamente que los temas –novelísticos o históricos–, que las obras de los demás no eran más que pretextos para descubrir los grandes temas y las figuras que le atormentaban.

Jacques Petit

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