Santos para pecadores

Cristo no vino a llamar a los santos, sino a hacer santos a los débiles, a los torpes y a los pecadores. Por eso los santos no son solo modelos imitables de santidad, sino recordatorios del poder de la gracia de Dios.No pocos santos tuvieron que luchar contra tentaciones muy similares a las que sufrimos hoy. Para ejemplificarlo, Goodier acude a la historia de un mercenario adicto al juego, de un adolescente repudiado por los suyos, de una mujer noble de mala reputación y un noble misionero que ve fracasar muchos de sus esfuerzos, un capellán real que escapa de la horca, un hereje hedonista y mujeriego que llegará a ser uno de los más grandes teólogos de la Iglesia católica, y otras almas imperfectas que se ven perfeccionadas por el dolor y la enfermedad.La crítica ha dicho:«El autor del libro acude a la historia de un mercenario adicto al juego, de un adolescente repudiado por los suyos, de una mujer noble de mala reputación y un noble misionero que ve fracasar muchos de sus esfuerzos, un capellán real que escapa de la horca, un hereje hedonista y mujeriego que llegará a ser uno de los más grandes teólogos de la iglesia católica, y otras almas imperfectas que se ven perfeccionadas por el dolor y la enfermdedad. Porque no hay nadie tan pecador que no pueda encontrar un pecado mayor entre los santos.»Redacción Cope Bierzo, COPE«Cuando las duras experiencias nos oprimen, y nos invitan a la desesperación o al resentimiento, es bueno tener en cuenta que los mismo les sucedió a todos los santos. […] Esto es lo que pretende el jesuita Alban Goodier, haciendo un repaso por la vida de nueve almas que, fortalecidas por Dios, son un modelo imitable de santidad, y recordatorios del poder la gracia De Dios, que es mayor que cualquier defecto humano. »David Fernández Alonso, revista OMNES

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