Otra maravilla ilustrada de Ungerer en la que, como siempre, se mezcla la aventura, la sorpresa y la aceptación.Monsieur Racine se despierta un día para encontrar su preciado peral despojado de todos los frutos premiados. Cuando descubre que el culpable es una bestia de aspecto gracioso, su ira da paso a la curiosidad y los dos se hacen amigos. Pero la bestia no es exactamente lo que parece, eventualmente se desmorona, literalmente para mostrar que no es una bestia en absoluto, sino los dos niños juguetones de la puerta de al lado, cubiertos con pieles y harapos.