ESA VERDAD INSISTENTE

El hombre nace limpio, como la nieve en el último pico de la montaña o las mañanas del mes de mayo; sin embargo, pronto descubre circunstancias que le obligan a detenerse, a reflexionar. Son las inquebrantables verdades insistentes. Con algunas, disfrutará: ¡qué agradable resulta vivir!; con otras, sufrirá e intentará retirarse. Y así camina lentamente, con pasos inseguros, mirando para atrás con frecuencia, hasta la difícil terminación, en la cual cederá la materia, pero no el espíritu.